Boda real

Fairmont - Rey Juan Carlos I

Judith + Nitai

“Un hombre dejará a su madre y a su padre y se apegará a su esposa, y ellos serán una sola carne” 

(Génesis 2:24).

A pesar que todos nuestras bodas son especiales para nosotros, hay siempre algunas fechas que tenemos marcadas en el calendario y la fiesta de Judith + Nitai es una de ellas. Sí, prefiero llamarle fiesta a boda porque eso es lo que fue, una grandísima fiesta, la verdad es que no recuerdo haber hecho una así en mis 15 años de experiencia. 

Todo empezó en casa de los padres de Nitai, en Sant Cugat con un sol de justicia y con toda la familia ya lista para empezar. El novio fue vistiéndose con su traje de Hugo Boss mientras su madre observaba emocionada. Los judíos creen en la solidez de la familia como algo imperativo en la vida, es por ello, que cuando un hijo se casa se entiende como un paso definitivo y sin posibilidad de volver al hogar materno.

Judith se vestía en el mismo venue : el Hotel Fairmont Juan Carlos I, uno de los hoteles con más categoría de Barcelona.  Habitación grande y luminosa, pero un gran caos... ¡me encanta! No soy muy de frasecitas y no recuerdo el autor, pero cuando estudiaba un profesor de narrativa visual nos dijo que la verdadera fotografía de reportaje era la que tenía la capacidad de ordenar el caos y esa es la idea que transmite la imagen en la que la hermana de Judith se está retocando en el baño mientras a ella la maquillan. Una de las cosas que más me motivan es ver como la novia se ha estado preparando para el shooting y no me refiero precisamente al maquillaje o al peinado, sino más bien cuando compra batas de getting ready para todas sus familiares: bride, sister of the bride, mom of the bride... ¡ Cómo no hacer la fotografía de postureo de rigor! Es obligatorio decir que la luz natural que nos ofrecía la habitación facilitó muchísimo nuestro trabajo: el vestido con el contraluz de las 4pm, el momento de ponerse los pendientes y... ¡WOW! Cuando se puso el vestido de Wedding Land Barcelona vimos como le quedaba como anillo al dedo (nunca mejor dicho). Juzgadlo vosotr@s mism@s.

Antes de la ceremonia Nitai tenía una cita con el rabino para firmar la ketubá,  el contrato matrimonial, que luego se leyó en la ceremonia.

Mientras, Judith rezaba sola en una sala del hotel. Para mí es una de las fotografías que más me gustan de este enlace, mientras que en la ketubá reinaba un ambiente distendido y con muchos testigos, paralelamente la novia se refugiaba en sí misma.

Ciertamente la ceremonia en una boda judía es algo muy bonito. Mientras el gran edificio del hotel dibujaba las sombras que anunciaban el atardecer, un pasillo se abría paso entre las aguas para llegar al altar. Judith lo caminó del brazo de su padre para dar paso al badeken (el bajado del velo de la novia por el novio). Eso sería una forma muy fría a lo que reducir ese momento, porque realmente Judith lucía espectacular y digo lucía porque para nosotros la luz que la seguía era una bendición. Mientras Nitai se emocionaba desde el altar acompañado de todas su familia. El gesto al bajarle el velo también queda reflejada en una de nuestras instantáneas y creo que capta dos cosas: el gesto de su padre y el de Judith. Este acto simboliza que el novio (jatá) la ama por su belleza interna que nunca mermará contrariamente a su belleza externa.